Por: Oswaldo Ceballos
Un día abrí los ojos y mire al lado de mi cama, estaba solo… mi esposa ¿dónde está?
Contrariado me levanté y abrí el cuarto de al lado, ¿mi hija? ¿por qué no está mi hija?
Más triste aún hice mis quehaceres matutinos, tomé mi teléfono y no vi el mensaje de cada mañana de mi mamá, ¿por qué no me mandaste mensaje mami? abrí Facebook y no vi las reacciones de mi hermana y de mis tías a mis estúpidas publicaciones. ¿Qué pasa?
Salí de casa, voy a la tienda de la esquina a comprar y noto que está cerrada ¿qué pasó? Me entero que la dueña ya no está y nadie podrá abrir porque ella vive sola y nadie continuará con el negocio que le costó toda una vida a la señora que todas las mañanas me sonreía, me daba los buenos días y hasta sus bendiciones.
Estoy en el paradero de camiones, no veo a ninguna de las chicas que toman el mismo trayecto que el mío para sus trabajos. Ella que siempre se maquillaba con el autobús en marcha y yo le decía a mi esposa que parecía malabarista. O aquella que siempre llevaba su comida y sonreía a todos a la misma hora, en el mismo lugar. O la chica que siempre veía callada, con sus audífonos; no sabía qué tenía pero ella siempre estaba ahí.
¿Dónde están ahora?
Me siento frío, sin vida.
Llego a mi trabajo y saludo a todos en la oficina, apenas y me contestan dos compañeros ¿y las demás?
¿Dónde está mi compañera con la que siempre discutía sobre política pero con quien siempre platicaba sobre mi familia y ella de la suya de sus hijos, de su mamá, de su esposo? ¿Dónde está mi compañera?
Siento un vacío que sale desde mi estómago.
Siento miedo y rabia a la vez.
Decido caminar de regreso a casa, no he comido nada. ¿Para qué hacerlo?
Las calles, apenas vivas. Intercambio miradas con los demás y apresuro mis pasos.
Luego recuerdo mi casa vacía y me pregunto ¿para qué llegar?
Estas lágrimas no reparan el dolor, no reparan el vacío.
Camino frente al paradero de camiones, no hay nadie.
Paso frente a la tienda de la esquina, todavía está cerrada.
Llego a mi casa… me quedo frente a ella sin abrir la puerta.
¿Dónde están todas?
¿Por qué no están?
¿Por qué están ausentes?
Tantas preguntas sin ninguna respuesta.
Aprieto el puño…
¿Y si el ausente soy yo?
¿Y si esta pesadilla es mi culpa? ¿Cuándo voy a despertar?
¿Y si los ausentes somos nosotros?
¿En manos de quién estamos? ¿Quién gobierna nuestra vida?
Y si el ausente soy yo…
Y no me he dado cuenta.
Twitter: @Oswaldocfx