Las autoridades de Australia ordenaron ayer la evacuación de miles de personas a causa de los incendios forestales en el sureste del país, que se han cobrado al menos ocho víctimas mortales desde el lunes, y ante la amenaza de que se agraven en los próximos dos días.
En el estado de Nueva Gales del Sur, donde se encuentra Sídney se declaró nuevamente el estado de emergencia debido a los pronósticos de temperaturas por encima de los 40 grados y fuertes vientos.
La medida permitirá a los bomberos de Nueva Gales del Sur realizar evacuaciones forzosas ante el avance de los fuegos, que han matado ya a 17 personas en todo el país y destruido más de mil 300 viviendas, 400 de ellas arrasadas durante los últimos días.
En el vecino estado de Victoria, donde está Melbourne, hay 17 personas desaparecidas, por lo que se teme que la cifra de muertos por incendios se dispare.
Atrapados en la playa. En la localidad costera de Mallacoota, donde están atrapados unos mil lugareños y tres mil turistas, se ultiman los preparativos para que un buque de la Armada se haga cargo de la primera de varias evacuaciones masivas a partir de hoy viernes.
Sólo unas cuantas personas ancianas o enfermas serán evacuadas por aire de Mallacoota, donde el humo y las condiciones meteorológicas han impedido que puedan operar helicópteros.
Carreteras congestionadas. Este jueves, un descenso de las temperaturas facilitó las condiciones para la evacuación, por lo que miles de personas tomaron las carreteras para intentar escapar de la costa sureste, pero esas condiciones son fugaces y se espera que empeoren en los próximos días.
El éxodo masivo ha congestionado las carreteras, algunas de las cuales discurren por montañas sinuosas, y ha causado una gran demanda de comida y combustible en la zona.
“¡Largo de aquí!”. Australianos furiosos se enfrentaron al primer ministro Scott Morrison durante una visita a una localidad rural devastada por los incendios.
Los habitantes de Cobargo, en Nueva Gales del Sur, le gritaron, hicieron gestos obscenos y lo llamaron “idiota”, por negar el cambio climático, por irse de vacaciones a Hawai en plena emergencia nacional y por la falta de equipo para lidiar con los incendios fuera de control.
Los habitantes celebraron cuando la caravana de Morrison se fue para evitar los abucheos. En Quaama, otra localidad de Nueva Gales del Sur, un bombero se negó a estrecharle la mano.
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