Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

Distintos países de América se encuentran en medio de procesos electorales, no es casualidad que algunos después de pasar por distintas ideas izquierdistas o con enfoques sociales ahora tengan una inclinación considerable hacia posturas más conservadoras e incluso extremistas. ¿En quién confiamos? Esto se responde según crecen las diversas generaciones, en la actualidad el número de jóvenes se incrementa en México, a la par que su desconfianza en los sistemas clásicos de gobierno donde la democracia no ha servido para nuevas generaciones. 

Lo anterior también va ligado a la popularidad de líderes conservadores de otros países, en su momento Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Javier Milei en Argentina y con la relección de Nayib Bukele en El Salvador. ¿Qué tienen en común estos dirigentes y por qué su popularidad crece?, el radicalismo con el que enfrentan las problemáticas que más lastiman a sus naciones, han sabido explotar el hartazgo de las personas que, cansadas de inseguridad, falta de oportunidades y la desigualdad económica, han visto en las propuestas extremistas una posibilidad de orden.

Y es que para muchas personas en la actualidad puede ser más efectiva la mano dura, aunque pase por alto los derechos humanos como ha sido el caso de El Salvador donde los índices de seguridad han tenido una notable mejoría a costa de reformas y cárceles que no respetan humanidad alguna, por encima de un diálogo u ofertas de paz que sólo intensifican atentados y enfrentamientos en la comunidad. Los líderes previamente mencionados han detectado con claridad ¿Qué le duele a sus naciones? ¿dónde está el punto de quiebre de sus votantes para poder convencerles por extremas que sus propuestas puedan parecer?

¿Por qué lo anterior importa a México? Porque estamos a punto de enfrentar un proceso electoral donde cada una de las propuestas son débiles, poco convincentes y representan más del hartazgo que los mexicanos llevamos cargando, la apuesta más contundente resulta así porque arrastra consigo la popularidad del mandatario actual mas no porque de verdad tenga una aprobación personal, a la par de estos procesos hemos de considerar dónde se encuentra la confianza de futuras generaciones quienes tienen un creciente desencanto con la democracia y prefieren abstenerse de emitir una opinión ante las instituciones. 

Sin embargo sí manifiestan un idealismo creciente en plataformas virtuales, pasamos de generaciones que luchaban públicamente por defender sus posturas como fue el caso de la Primavera árabe en 2016, #YoSoy132 en México, los Chalecos Amarillos en Francia, estos movimientos surgieron años atrás como protestas, con la intención de hacer frente al poder y lograron cambios sustanciales como evidenciar cuán poderosa puede ser la protesta. La problemática es que no tuvieron una continuidad. ¿cómo llevar al idealismo a la acción? En la actualidad algunos jóvenes que previamente protestaban pueden desempeñar puestos frente a actuales grupos de poder como es el caso de Antonio Attolini Murra, quien tiene la oportunidad de llevar esos ideales a acciones concretas por ese país que buscaba en juventud. 

México y el resto de países en medio de procesos electorales no necesita de ideas extremas y radicales, necesitamos recobrar la confianza en nuestros sistemas e incluso de manera individual para así formar colectivos que verdaderamente nos lleven a la construcción de un mejor futuro, de lo contrario siempre estaremos entre medias tintas que ayudan a unos, pero perjudican a otros. Seguiremos perpetuando una creciente desigualdad. 


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