Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com
La violencia ha sido un tema central durante las últimas décadas en nuestro país y quizás también en el mundo, dedicamos planas de periódicos y revistas a detallar qué sucede, horas de noticiarios que dan el minuto a minuto de eventos catastróficos, pero pocas veces se llega a una de las preguntas clave: ¿por qué? ¿para qué?, la falta de entendimiento de estos eventos hace que sean más escasas las propuestas de soluciones. Toda persona sabe que añora un mundo mejor, un país en paz, lejos de la extorsión constante y los atentados de grupos criminales, sin embargo, nuestra narrativa sigue teniendo como eje a la violencia.
¿Por qué tendríamos que hablar de paz? Porque este es nuestro objetivo, porque no podemos añorar algo que no se conoce y no necesariamente tendríamos que experimentarla para entenderla, pero sí comenzar a construir una narrativa donde se aborden propuestas de paz. Una realidad distinta tiene que resonar en la comunidad para que pueda volverse protagonista. Así lo entendió la iglesia católica al apostar por un diálogo constante que reuniera a miles de personas sin distinción, tomando como principal principio el interés de crear algo en común, donde no se hiciera separación por perspectivas, sino que se trató de buscar puntos de encuentro que lleven a la sociedad a un punto en común: el deseo de paz y un México más seguro.
En 2022 Javier Campos y Joaquín Mora, dos sacerdotes jesuitas fueron brutalmente asesinados, esto fue un caso más que ejemplifica la violencia de México, misma que afecta a todas las personas, sin importar su origen social, etnia o religión. Por ello los pasados 21,22 y 23 de septiembre, Puebla fue sede de un encuentro encabezado por el episcopado mexicano, donde no sólo se reunieron religiosos, sino también líderes de la sociedad civil, representantes gubernamentales de diversos estados, activistas, estudiantes universitarios y medios de comunicación entre otros, con el principal objetivo de analizar la situación de México y así lograr una propuesta de construcción de paz.
Después de 3 días de análisis, escucha de propuestas de justicia restaurativa, casos sumamente estremecedores de la sociedad y otros donde se explica desde los gobiernos cómo disminuir los índices de criminalidad, se lograron 14 acciones que hemos de implementar como comunidad para iniciar un camino por la paz, en ellos destaca el impulso de la empatía y la solidaridad, generar espacios para el diálogo, promover desde las escuelas una educación de paz, crear procesos de sanación para víctimas de la violencia, promover acuerdos, fortalecer la cultura de hospitalidad, buscar a expertos que nos ayuden a reconstruir el sistema de seguridad, justicia y cárceles de México, entre otros.
Adicional a todo lo anterior este diálogo fue un ejercicio en escala de lo que podemos hacer en todo el país, tener puntos de encuentro sin distinción, entendiendo las necesidades conjuntas de la sociedad, aprender a mirarnos como iguales en medio de las diferencias. No es casualidad que el primer punto del acuerdo sea la solidaridad y la empatía, que incluso se considere el cuidado de la casa común o el medio ambiente con un punto clave para la paz, pues sólo desde la empatía podemos entender el dolor ajeno, vislumbrar los puntos en común e incluso considerar un bienestar colectivo.
Este encuentro fue propuesto por la iglesia católica, pero es una muestra de las posibilidades que tenemos como Nación, incluso tomando como ejemplo el trabajo que han realizado otros países tan lacerados como Colombia. Entender la estructura de nuestra historia, el origen de la violencia desde sus causas sociales nos ayudará a tener propuestas firmes que abonen hacia un mejor entorno para todas y todos, por eso hemos de cambiar las narrativas y hablar ahora de formas que impulsen la construcción de paz.
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