Por Miguel Polanco
“Las conferencias de López Gatell se han vuelto irrelevantes; es más, lo diremos con todas sus palabras: ya no le haga caso a Hugo López Gatell”, expresó el otrora popular Javier Alatorre, durante su noticiero.
El escándalo no se hizo esperar.
¿Cómo el conductor estelar de la empresa que ha mostrado un apoyo incondicional a la Cuarta Transformación y a López Obrador, podía estar hablando de ese modo del héroe de moda? ¿Acaso Ricardo Salinas Pliego se rebeló y utiliza TV Azteca, su medio de comunicación, ahora para atacar?
Casi todas las interrogantes y críticas se parecían a eso o se desprendían de ahí.
Y es que el presentador acompañó su juicio de valor (algo casi prohibido en un comunicador que se considere objetivo), con los señalamientos hechos por varios gobernadores como Silvano Aureoles -del PRD, en Michoacán- seguido por todos los del PAN, contra la información sesgada de López Gatell… incluyendo, sorpresivamente, al nada honesto y tramposo mandatario de Baja California -de Morena, además- Jaime Bonilla Valdez.
Todos ellos, aseguran que Lopez Gatell ha mentido al país con las cifras que maneja.
Muy al estilo de lo sucedido en Wuhan, ciudad-cero del Covid-19, donde ahora resulta que nueve semanas de confinamiento después, reconocen que “se equivocaron con las cifras” y actualizan la estimación de muertes a 3 mil 869. Es decir: 50 por ciento más de lo reportado posterior a finalizar la cuarentena.
Pero el asunto se pone más caliente, cuando recordamos que Jaime Bonilla es aquel que se considera “precursor” de la corrupción política de Morena, pues tras haber sido elegido para gobernar por dos años; hizo todo lo necesario para cambiar el periodo de su administración a cinco años, ganándose la confianza de López, pues abrió camino a las reformas que pudieran derivar en una que facilite la reelección del presidente, por ejemplo.
Pero ¿por qué se fueron todos a la yugular de Gatell?
Los de oposición, es comprensible. Pero ¿Bonilla?
Si bien es cierto que el epidemiólogo tiene una trayectoria que lo respalda, la mera neta es que se ha ganado más popularidad gracias a ese “rasgo” muy mexicano de “endiosar” a cualquier mortal, cuando éste se encuentra de moda por alguna situación. Rasgo además, exponenciado en un régimen basado en la Comunicación Política, como la 4T.
Desde lo “guapo”, hasta lo “mesiánico salvador”; López Gatell adquirió una personalidad sobresaliente en el grueso de la opinión pública de México… lo cual se vio reforzado por la libertad que le dio Obrador, luego de aquel terrible comentario de la “fuerza moral”.
No obstante, con esa afirmación se ganó al presidente con lo que le gusta: el culto a su personalidad.
Entonces inició el ascenso.
Sin embargo, Gatell olvidó que en una administración que se basa en la popularidad y no en sus capacidades para la función pública; la guerra por llenar los ojos del presidente, se arrecia.
… y obviamente, era de esperarse que lo iban a querer bajar de su “estrellato”.
Así se deduce que lo que hizo Javier Alarorre, amigas y amigos, no es un “pleito” de Salinas Pliego contra el Cacas y su Cuarta. Tampoco es que el conductor de buenas a primeras se volvió objetivo.
No, es más simple: Alatorre dio inicio a la debacle de un meteórico “rockstar”… pues antes que él, había otros “consentidos” en la telenovela llamada 4T.
Y uno -muy amigo de Salinas Pliego, por cierto- quien es además el más destacado alumno; era lógico que no permitiría que alguien más se subiera al pedestal de la popularidad.
Y es así como esta telenovela de celos e intrigas, fácilmente se podría llamar: “La furia de Marcelo Ebrard”.
¿Capisci? 😉