Make Mexico Respectable Again
Lic. Rubén Ríos Uribe

Las ventas de Vitacilina se dispararon entre los oponentes del presidente Andrés Manuel López Obrador este miércoles luego de comprobar el éxito diplomático que significó la visita de Estado a la Casa Blanca.Recibido con respeto a su investidura por el presidente Donald Trump, el jefe de Estado mexicano puso –yo diría que repuso- el nombre de México en alto, con dignidad, mesura, madurez política y talento diplomático.

Por unas horas, Andrés Manuel tuvo encima la mirada atenta de más de 30 millones de mexicanas y mexicanos que viven en Estados Unidos, expulsados de su tierra por décadas de políticas neoliberales que les cerraron oportunidades en su propio país.

Y desde México, más de 100 millones más compartimos la misma expectativa esperanzada. Fue una especie de hacer a México respetable otra vez –Make Mexico respectable again-, parafraseando el lema de campaña del presidente estadounidense de hacer a América grande otra vez.

Vimos lo que hace dos años era impensable: la Bandera de México orgullosa en el Jardín de las Rosas, a unos pasos del Salón Oval, con el presidente Trump hablando bien del nuestro y de nuestros paisanos. Un éxito que reitera lo ya sabido: el respeto se gana y Andrés Manuel se ganó el de Donald Trump.

Dos cosas de las que se ha hablado muy poco de esta visita y que me llamaron la atención fueron las siguientes: Por un lado, el tiro de gracia a la faramalla del avión presidencial –el que no tenía ni Obama- que, ya quedó demostrado, nunca fue necesario, ni justificado, ni oportuno y que fue siempre una fantochería frívola, insultante para el pueblo.

Con sus escalas en Atlanta de ida y en Miami de regreso, el Presidente se movió seguro por los cielos de México y Estados Unidos en vuelos comerciales, rodeado de pasajeros comunes, llegando a tiempo a sus compromisos.

Y por otro lado, el lamentable espectáculo de algunas y algunos aquí en México cuya identificación con proyectos políticos contrarios a la Cuarta Transformación, los llevó a la aberración antipatriótica de mantener los dedos cruzados a la espera de que la visita fuera un fiasco.

Su ardiente deseo de ver fallar a Andrés Manuel es más fuerte que cualquier resquicio de solidaridad con la causa común de todas y todos los mexicanos dibujando de cuerpo entero su hipocresía.

De pena ajena. Y como no hay que desearle mal a nadie, yo les deseo pronta recuperación con la Vitacilina.

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