Se declaró la Fase 3 de la epidemia de Covid-19 en México. Y sí: así, sin más, solo “se declaró”; como un mero “trámite”, por increíble que parezca.
López Gatell se limitó a decir: “queremos dar por iniciada la Fase 3”, como si se tratara de una decisión de contentillo, repitiendo discurso y sin implementar medidas más estrictas para el reforzamiento de la Jornada Nacional de Sana Distancia, y mucho menos explicando cómo han asumido esta fase otros países.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la Fase 1 a la 3, las medidas básicamente se basan en la contención y monitoreo regionalizado del avance epidémico.
Sin embargo, esto no exime a los Gobiernos de intervenir con la aplicación de medidas más estrictas, en caso de que la curva de contagios no presente achatamientos representativos hasta el momento de declarar la Fase 3.
Esto lo han entendido al menos dos gobernadores del país, que “rompiendo” el pacto federalista, han decidido no seguir las indicaciones de la Cuarta e implementarán, a partir de la Fase 3, medidas más estrictas en su respectivos estados.
De esta manera, Jalisco y Michoacán, con Enrique Alfaro y Silvano Aureoles, respectivamente, han decidido, por ejemplo, poner a funcionar las sanciones para quien no obedezca el aislamiento, por lo que ahora en esas entidades, la cuarentena es obligatoria, así como el uso de cubrebocas para actividades laborales imprescindibles.
Y es que apenas el sábado pasado, el presidente López Obrador emitía un mensaje a la nación, en el que de manera irresponsable “reconocía” al pueblo mexicano por “portarse bien” ante la epidemia que aqueja al país.
Pero está claro que eso no es cierto.
Tan solo en el periodo de Semana Santa (cuando estuvimos en Fase 2), la aparición de vacacionistas en las playas, gente en los espacios públicos, negocios abiertos y alta afluencia en los mismos, fue una constante.
No obedecimos, esa es la realidad.
Pero haciéndola de “abuelito consentidor”, López apapacha al pueblo mexicano, mientras los gobernadores de Jalisco y Michoacán fungen como los “papás” que implementan una verdadera disciplina.
No obstante, si algo nos ha quedado claro en esta crisis de salud atípica para México (y el mundo), es que la comunicación del Gobierno Federal -la 4T- se ha basado en no alterar sus planes… ni con una pandemia encima.
Con el precio del crudo por los suelos (de hecho, al momento de cerrar esta columna no vale nada, cotizado en -2.32 dólares por barril) y a pesar de ello, continuar con aquel capricho llamado “Dos Bocas”, así como la aprobación fast track de la Ley General de Amnistía, con la cual el Gobierno “obrará” como redentor de entre 5 mil a 6 mil delincuentes que podrían salir libres en los próximos meses (asegurando por consiguiente la misma cantidad de votos); al régimen actual definitivamente parece no importarle mucho la problemática de salud actual, viéndola -reitero- como mero trámite.
Ellos siguen con su “plan” y el personal de Salud agredido y expuesto, la insuficiencia de material médico, así como el reforzamiento de medidas para contener la propagación del Covid-19 ante la indisciplina de la sociedad, todo esto, puede esperar.
Pero eso sí, por favor, al menos no nos engañemos: López está cuidando sus votos, no la salud de los mexicanos.