La nueva estrategia migratoria de México y Estados Unidos, basada en el endurecimiento de las políticas contra los indocumentados, ha sido incapaz de bajar los índices de mortalidad en su frontera compartida.

Por el contrario, el número de personas muertas en su intento por cruzar el río Bravo se mantuvo al alza durante 2019, año en el que el gobierno mexicano optó por asignarle tareas migratorias a la Guardia Nacional.

Según el Proyecto de Migrantes Desaparecidos (MMP) de la Organización Internacional sobre las Migraciones (OIM), al menos 497 personas perdieron la vida en la frontera entre México y Estados Unidos durante 2019, por delante de las 442 muertes contabilizadas el año anterior y muy por encima de los 306 casos registrados en 2014, año en que inició el conteo por parte del organismo internacional.

La cifra colocó a la frontera norte de México como la segunda más mortífera del mundo para el migrante, detrás de la ruta del Mediterráneo con destino a la Europa rica y por delante de regiones como África subsahariana, zona afectada por enfermedades, conflictos armados y el yihadismo.

De acuerdo con la OIM, de las víctimas registradas el año pasado en la frontera que pretende fortificar el presidente estadounidense Donald Trump, 290 fueron hombres, 50 mujeres y 25 niños; del resto no se tiene información detallada. Señala que provienen de por lo menos 15 países; de las personas de las que se cuenta con algún tipo de dato, 66 eran de México, 41 de Guatemala y 31 de Honduras, aunque también hay de China, Ucrania, India y Haití.

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“Es extremadamente difícil definir un perfil único de aquellos que pierden sus vidas en la frontera entre Estados Unidos y México, muchos de los cuerpos son encontrados en zonas remotas mucho después de su fallecimiento, lo cual dificulta la identificación”, explica a EL UNIVERSAL Julia Black, coordinadora del proyecto de la OIM.

En cuanto a las causas de muerte, continúa, están asociadas principalmente a los riesgos asociados a la exposición de las condiciones extremas de la zona: por ejemplo, al menos 51 personas murieron por hipotermia e hipertermia, y 128 se ahogaron en el río. Aunque insiste, debido a la situación en la que se encuentran muchos de los cuerpos, en condición momificada o esqueleto, es difícil llegar a conclusiones más precisas.

La experta explica que los datos manejados por la organización representan sólo la cifra mínima de muertes ocurridas en la ruta migratoria, pues el programa enfrenta “enormes dificultades” para recaudar información de manera sistematizada ante la falta de apoyo de las autoridades involucradas. “La OIM además supone que, en muchos casos, nunca se encuentran los cadáveres y nadie notifica estos casos ante la autoridad”, agrega. No se incluyen las muertes de migrantes en condición de privación de su libertad en manos de las autoridades.

“Todo esto nos muestra que la migración continúa siendo peligrosa para las personas que se desplazan de manera irregular, a pesar de los cambios efectuados en las políticas migratorias”, subraya la investigadora.

En cuanto a la frontera entre México y Guatemala, precisa que es difícil saber la situación en el terreno por falta de información. Su oficina contabilizó tres casos en esa frontera en 2019. Otros reportes incompletos muestran un aumento de muertes en dicha zona, de 77 en 2018 a 110 en 2019.

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