En días pasados se anunció que el próximo 31 de enero de 2020 se someterá a votación la reforma al Código Civil del Estado de Veracruz, donde entre otras cosas se pretende modificar el concepto de matrimonio previsto en el artículo 75 del Código Civil de Veracruz que a la letra dice: “el matrimonio es la unión de un solo hombre y de una sola mujer que conviven para realizar los fines esenciales de la familia como institución social y civil”.
Sobre el tema del matrimonio se desea cambiar la terminología para que en lugar de decir “la unión de un hombre y una mujer” se diga ahora “la unión de 2 personas”, esto para dar cabida a lo que los promotores de esta iniciativa llaman “matrimonio” entre personas del mismo sexo. Observamos en principio que con esta propuesta se está promoviendo una contradicción que raya en el absurdo. Con iniciativas como estas, se podrá hablar de ahora en adelante de “terremotos en la luna” y “hemorragias de agua”. Los terremotos solo son en la tierra y las hemorragias sólo son de sangre.
Se trata de una iniciativa presentada el 7 de marzo de 2019 por la diputada Mónica Robles de MORENA, con el apoyo de 8 diputados de su bancada. Una iniciativa muy parecida, fue expuesta por la misma diputada en la misma tribuna el 28 de julio de 2016 cuando pertenecía al Partido Verde Ecologista.
Retomamos un comunicado nuestro del mes de marzo de 2019 que ofrece nuestro posicionamiento sobre ese tema:
“La Arquidiócesis de Xalapa, siendo consecuente con su naturaleza, misión y doctrina que procede de la Sagrada Escritura y de la Tradición eclesiástica enseña que el matrimonio solo puede darse entre un hombre y una mujer.
La historia y tradición de la humanidad, nos enseña que el matrimonio es una institución natural, ya que no requirió de ningún Congreso, Senado o Suprema Corte para su existencia, tiene una naturaleza propia, finalidades específicas y propiedades esenciales, que una relación entre personas del mismo sexo, aunque venga reconocida civilmente, nunca podrá alcanzar. No se puede denominar matrimonio a una relación socio-asistencial, sexual o meramente afectiva.
Desde el punto de vista etimológico, el término matrimonio viene del latín (ya que fueron los romanos los que crearon dicha figura jurídica): “matris” madre/matriz y “monium” protección/cuidado que quiere decir “protección o cuidado de la madre”; ya que la mujer ha sido la educadora por excelencia a lo largo de nuestra historia y además se fundamenta en la posesión de la matriz, órgano de la mujer que permite la procreación.
Por lo tanto, si la unión de dos hombres no puede procrear y de dos mujeres tampoco, estas uniones nunca podrán ser matrimonio por evidente imposibilidad física y biológica. La posesión de una matriz y la posibilidad de fecundarla, es pues el condicionante fundamental que se da para que pueda constituirse en un verdadero matrimonio, desde el punto de vista físico, biológico y etimológico.
Las personas homosexuales o lesbianas tienen todo el derecho a proteger civilmente su patrimonio y su bienestar, para ello el Estado contempla ya diferentes formas jurídicas.
La desaprobación y rechazo de llamar “matrimonio” a esta unión civil, no significa de ninguna manera discriminar a las personas homosexuales. Ellos merecen todo nuestro respeto porque son personas; respetamos las decisiones que tomen sobre sus vidas, les reiteramos nuestro aprecio.
La decisión de un juez que ordena a un registro civil aplicar el formato de “matrimonio” para este tipo de uniones, suena más a un caciquismo legislativo, un cambio de paradigma que responde más bien a una ideología que a los derechos humanos; ese veredicto lesiona el concepto de familia y crea malestar en la sociedad mexicana. El reconocimiento de esta unión civil como “matrimonio” va contra el bienestar público y contra el equilibrio y sano desarrollo de los niños.
La sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia por muchos siglos. Ninguna civilización ha impuesto el “matrimonio” homosexual. Una cosa son las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia y la generación y educación de los hijos. Quienes defienden esto o desean imponer el “matrimonio” entre personas del mismo sexo, lo hacen por razones ideológicas de rechazo a la familia y no por razones científicas y ni siquiera de demanda social”.
El estado de Veracruz tiene muchos problemas qué resolver como para meterse a legislar sobre un tema que no es una demanda social notable, ni siquiera prioridad en un pequeño sector de la población. Esto parece más bien una obsesión de sus promotores para quedar bien con agendas extrañas a la sociedad mexicana. En nombre de la “no discriminación” y de la “inclusión” están disfrazando sus verdaderas intenciones. Este tema no puede convertirse en una caja china para distraer de los problemas no resueltos en el estado, ni tampoco, como un trofeo para amarrar una candidatura en el futuro.
Hoy más que nunca necesitamos fortalecer el matrimonio y la familia que han sido siempre la principal escuela de los valores y las virtudes; el espacio donde uno aprende lo fundamental de la vida; El matrimonio y la familia natural son el hábitat donde se transmiten los valores humanos.
Hacemos votos para que en el Estado de Veracruz se hagan leyes con perspectiva de familia, se proteja el matrimonio y la vida humana desde su concepción hasta su desenlace natural, de otra manera triunfarán los caprichos personales, la imposición y el deterioro de la sociedad y de los valores.