Ada Reyes
Xalapa, Ver.- La autoridad moral debe definirse como aquella cualidad que se tiene para hacer el bien a los demás por la fuerza del reconocimiento, respeto y promoción de los valores humanos y morales esenciales. Es decir, aquello que se dice como valioso y benéfico para los demás, se debe cumplir para que ellos puedan desarrollarse en lo mínimo necesario hasta conseguir una vida digna y sustentable. Solo se debe dar crédito a la persona que de verdad cumple las promesas de justicia y paz social para todos.
Es tiempo para que toda la ciudadanía mexicana reconozca que, por ser personas y mexicanos con todos los derechos, sin su participación y actuación responsable no se podrá salir adelante de las principales problemáticas que continúan aquejando a todo el territorio nacional. La violencia, la inflación en la canasta básica, el aborto y la carencia de la promoción de la dignidad de la persona no se podrán resolver si la ciudadanía se mantiene indiferente y desinformada de lo que se está realizando para atender dichos problemas.
La ciudadanía mexicana debe involucrarse responsablemente, a pesar de todas las limitaciones que se tengan, para que la autoridad cumpla con los criterios básicos para realizar, con cada ciudadano, los proyectos en beneficio de todos. Por eso, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia remarca y propone que la “Autoridad no puede ser entendida como una fuerza determinada por criterios de carácter puramente sociológico e histórico. Hay, en efecto, quienes osan negar la existencia de una ley moral objetiva, superior a la realidad externa y al hombre mismo, absolutamente necesaria y universal y, por último, igual para todos” (Número 396). Una ley moral objetiva puede ayudar a trabajar para el bien de todos y no quedarse en proyectos ficticios que empobrezcan más a México..
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